Redactado por Visión 7 Press
Halloween, celebrado cada 31 de octubre, es una festividad moderna que tiene sus raíces en el festival celta de Samhain (pronunciado "sow-in"), una ceremonia de hace más de 2,000 años en Irlanda, el Reino Unido y el norte de Francia. Samhain marcaba el final de la cosecha y el inicio del invierno, una estación oscura y fría que los antiguos celtas asociaban con la muerte. En la noche de Samhain, creían que el límite entre el mundo de los vivos y el de los muertos se volvía más tenue, lo que permitía que los espíritus regresaran a la Tierra, tanto los benévolos como los malévolos. Para protegerse, encendían grandes hogueras y se disfrazaban con pieles y máscaras para ahuyentar a los espíritus malignos.
A medida que el cristianismo se expandió en Europa, la Iglesia intentó asimilar muchas de las festividades paganas. En el siglo VIII, el Papa Gregorio III estableció el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos o All Saints' Day, un día para honrar a los mártires y santos. La noche previa se conoció como All Hallows' Eve, que con el tiempo se convirtió en Halloween. Sin embargo, la conexión con lo sobrenatural ya estaba profundamente enraizada en esta festividad, y se mantuvo la creencia de que era una noche donde los espíritus y las fuerzas desconocidas podían cruzar al mundo de los vivos.
La asociación de Halloween con lo terrorífico y lo macabro tiene, entonces, sus raíces en la antigua tradición de Samhain, donde las personas no solo buscaban honrar a sus ancestros, sino también protegerse de posibles presencias malévolas. A lo largo de los siglos, esta imagen de Halloween como una noche de miedo se reforzó. En épocas medievales, las supersticiones y leyendas sobre brujas, fantasmas y criaturas sobrenaturales se hicieron populares en Europa, aumentando la fascinación por lo aterrador.
Ya en tiempos modernos, con el auge de la literatura gótica, las historias de terror y la cultura popular, Halloween se convirtió en una celebración del misterio y el horror. Disfraces de monstruos, decoraciones espeluznantes y símbolos de miedo como las calaveras y las calabazas talladas reflejan este interés por lo oscuro y lo desconocido. Así, Halloween ha evolucionado, manteniendo la esencia de sus orígenes celtas y cristianos, y agregando un toque lúdico y festivo, que invita a celebrar el miedo en una noche llena de magia y misticismo.